viernes, 18 de noviembre de 2011

¿Por qué hablarle con los ojos desde allí?, si en ese mismo instante, su vida era tranquila y feliz. ¿Por qué salieron en torrente el miedo y las ganas de sentir? 
Revolvió su calor con su voz, con leche y azúcar se lo dio a beber. Moldeó el corazón, la razón, con unos besos de ron y miel. Horneó con su aliento su pelo, y caramelo parecía al terminar. Y quiso saborear la masa de su pan. 
(Escríbele canciones, envíale tu voz donde él esté. Nadando por su almohada, la vino a visitar en sueños. Él la vino a revolver, y se dejó hacer estampidas en la tierra.)

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