Siento pena del hombre que no puede descansar, de los que viven corriendo y no saben contemplar la inmensidad del cielo, las estrellas y el mar, que todo lo más lindo no se puede comprar. Creen en el dinero, ese dios artificial, tienen la mirada triste y no paran de cantar. Saben lo necesario y no quieren saber más.
Sé que un día los dioses me vendrán a buscar, que la vida y la muerte tienen que pasar. Pero no tengo miedo, ni quiero eternidad, y agradezco a la vida esta oportunidad de amar.
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