Soldadito invasor, quítese el uniforme y póngase a bordar su bandera si es hombre. Cruzadito vencedor, quítele esas estrellitas, borde en su lugar gajos y flores frescas. Ahora que la hebra se cortó, mientras elige un nuevo hilo y un nuevo color, busque en su cabeza una canción, de esas que su madre alguna vez le cantó.
¡Y cante fuerte, vencedor! Y cántele a sus mujeres, que ellas saben transformar todo el dolor que les duele. Llore mucho, peleador; y cuente qué le contaron para poder combinar asesino y cristiano.
Adórnese con flores todo el pelo, deje de ser soldado, sea un hombre entero.
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