viernes, 20 de julio de 2012

-Pues yo sí creo en la transmigración de las almas. Vamos, mejor dicho, me da pánico pensar que no se produzca. Yo, eso de la nada, no lo entiendo. No lo entiendo y tampoco me lo puedo imaginar.
-La nada significa la inexistencia de las cosas y, por lo tanto, tal vez no haga falta comprenderla o imaginarla.
-¿Y suponiendo que sea un tipo de nada que sea necesario comprender o imaginar bien? Tú no te has muerto nunca, ¿verdad? Y eso, hasta que te mueres en serio, no lo sabes a ciencia cierta.
-No, claro, pero...
-En cuanto pienso en esas cosas, me acojono -dice Kôrogi-. Sólo de pensarlo, siento que me falta el aire, me paralizo de miedo. Y, mira, creer en la transmigración de las almas es más cómodo. Aunque te reencarnes en algo horrible, al menos puedes imaginar qué pinta tendrás. De una forma concreta. Te ves convertida en caballo o en caracol, por ejemplo. Además, si te sale mal el asunto, siempre puedes pensar que tendrás más suerte la próxima vez.
-Pues yo encuentro más natural pensar que, cuando te mueres, no hay nada-dice Mari.
-Eso es porque tú eres una persona psicológicamente fuerte.

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