jueves, 6 de diciembre de 2012

-Deberíamos dejar este lugar, Pluma-dijo, y sólo en ese momento ella se dio cuenta de cuánto deseaba esto, y de cuán seriamente lo había dicho; de lo decidida que estaba-. Vamos al lugar que te hará feliz, y entonces yo también podré serlo...
-No-dijo Pluma, poniendo una mano en su rostro para tranquilizarla-. No puedes venir conmigo.
-¿Qué debí haber hecho?
-Nada -Pluma sonrió-. Te amo, Maddy, y siempre lo haré. Jamás te olvidaré. Pero tengo que irme. Hay otro lugar donde necesito estar, alguien más que debo ser. Cada día que no soy esas cosas, se apaga una luz en mí.
-Supongo que debería agradecer que te hayas quedado todo este tiempo-dijo.
-He sido feliz aquí -dijo Pluma con firmeza-. Nunca pienses que ha sido de otra forma.

Caminaron juntos a casa. Pluma trató de comportarse alegre y de actuar como si nada hubiera cambiado. Maddy se acostó y se quedó despierta escuchando el barbado gemido del bosque. En algún momento de la noche, Pluma le dio un beso de despedida, y en la mañana ya no estaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

invitados están a comentar...