-¿Por qué tienes tantas cosas?-preguntó el chico.
Matilda sonrió.
-Supongo que los objetos le recuerdan a la gente su vida. Algunas cosas cambian con el tiempo, otras tantas desaparecen. Es bueno ver algo que estuvo ahí, en el pasado, y que no ha cambiado desde entonces. Que se ve y se siente exactamente como el día en que se volvió importante.
Así el principito domesticó al zorro. Y cuando se aproximó la hora de la partida:
ResponderEliminar- Ah! - dijo el zorro... - Voy a llorar.
- Es tu culpa – dijo el principito -, yo no te deseaba ningún mal pero tú quisiste que te domesticara.
- Claro – dijo el zorro.
- Pero vas a llorar ! – dijo el principito.
- Claro – dijo el zorro.
- Entonces no ganas nada!
- Sí gano –dijo el zorro– a causa del color del trigo.
Luego agregó:
- Ve y visita nuevamente a las rosas. Comprenderás que la tuya es única en el mundo. Y cuando regreses a decirme adiós, te regalaré un secreto.
El principito fue a ver nuevamente a las rosas:
- Ustedes no son de ningún modo parecidas a mi rosa, ustedes no son nada aún –les dijo–. Nadie las ha domesticado y ustedes no han domesticado a nadie. Ustedes son como era mi zorro. No era más que un zorro parecido a cien mil otros. Pero me hice amigo de él, y ahora es único en el mundo.
Y las rosas estaban muy incómodas.
- Ustedes son bellas, pero están vacías – agregó–. No se puede morir por ustedes...